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Teor?a de los afectos

By elpensador  Posted on August 12, 2010 In reflexiones de desamor Leave a comment 
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con las variaciones internas de placer-displacer. Esta ligadura de las zonas er?genas se rige por el criterio de la simultaneidad y lleva a una mayor complejidad del tema. Al articularse entre s? las zonas er?genas y las fuentes pulsionales cada cual con su ritmo propio, se producen combinaciones m?ltiples -un tiempo fuerte para un erotismo puede ser d?bil para otro y ambos complementarse.- Las cosquillas son un ejemplo de la reuni?n en una zona er?gena de un est?mulo sensorial r?tmico y un afecto incoercible. Son dos cualidades originadas en fuentes diferentes, una exterior y otra en el cuerpo. Un momento anterior a la descarga placentera (goce), se da una investidura del objeto, posicionado por el yo como un ideal, un enamoramiento, que incrementa la a?oranza del objeto que se desea. Este estado es resultado de una proyecci?n y la libido se reencuentra con el yo mediatizado por un objeto.

En el reino del Yo placer la descarga es m?s intensa. No existe a?n la inhibici?n que luego impone el yo real definitivo, representante de la realidad. El yo no puede inhibir el pasaje del enojo a la c?lera o de la impaciencia a la deseperaci?n, afectos que veremos m?s adelante, y la tarea de inhibici?n la realiza solamente el asistente. En estos momentos del desarrollo ps?quico, se gestan los juicios de atribuci?n, y el yo incorpora lo placentero o ?til y lo desatribu?do como tal es escupido.

Cuando fracasa la desatribuci?n del gusto-disgusto, se reactiva el primitivo mecanismo de expulsi?n o fuga por medio de la arcada, inicio de otro afecto, el asco. Pero ?ste si puede inhibirse mediante la expulsi?n de la boca. En una etapa evolutiva posterior -genital- con el dominio de la palabra, el asco es usado com expresi?n de displacer est?tico.

El asco junto con la verguenza ser?n luego uno de los diques de la sexualidad. Con la aparici?n de ?ste Yo placer, los afectos son desbordantes como resultado de la unificaci?n de las zonas er?genas. La palabra aunque inscrita, a?n no puede ser dicha y ?sta falta de posibilidad determina los estallidos.

Inicialmente el Yo placer en el que ocurren los estados de pasi?n, no es sentido como propio y es proyectado, est? fuera de s?. Lo que le pasa al Yo placer, es vivido como consecuencia del afecto que desarrolla otro Yo, en posici?n de ideal, y que es tomado por el Yo placer mediante la identificaci?n.

C?lera, -tambi?n llamada furia, ira-, desesperaci?n, goce, son los afectos dominantes que surgen en ?ste momento. Tambi?n la consumaci?n sexual, el “?xtasis”, suele decirse como que se est? “fuera de s?”, o momentos de goce o de orgullo como que “no cabemos dentro de nosotros”. El enojo es una forma atenuada de c?lera, mezcla de afecto y deseo hostil; en un paso m?s hipertr?fico, el yo es dominado por el afecto y se desarrolla la furia, cuando se coarta el deseo hostil. Cuando lo anhelado no coincide con la percepci?n surge la desesperaci?n como afecto, – mezcla de angustia y dolor ps?quico-. El anhelo es un componente fundamental y estructurante, el dolor surge por la p?rdida de energ?a libidinal por el lugar de la herida que certifica la ausencia de lo anhelado.

La impaciencia es una forma menor de la desesperaci?n, y surge cuando frente a lafrustraci?nde un deseo devorador se desarrolla el afecto. Mientras que en la desesperaci?n hay un trauma que al producir una herida narcisista, da lugar a la p?rdida de libido; en la impaciencia hay una investidura -un deseo- acompa?ada de un afecto displaciente. Ante la escisi?n entre el dolor y la angustia -propio de la desesperaci?n- queda solamente la angustia cuando el objeto se aleja. La hostilidad es dirigida hacia otro en posici?n de indefensi?n con lo cual el trauma sufre la transformaci?n pasivo-activo. El cambio evita la p?rdida libidinal porque el deseo hostil es satisfecho de manera motriz. El fracaso de ?sta defensa genera c?lera y humillaci?n, afecto correlativo a la p?rdida del control de las heces que causan el goce anal. La humillaci?n est? constituida por: dolor ps?quico porque el Yo no coincide con el ideal -omnipotente en su control cin?tico-, al que se le adosa un acceso de furia por el fracaso de actuar exitosamente el deseo hostil. Si la defensa es exitosa surge el j?bilo que desborda el Yo. La humillaci?n combinada con un estado depresivo, m?s la nostalgia de aquel que derrot? al yo genera furia por sentir nostalgia, y todo este conjunto complejo se expresa como tedio. Previo a la humillaci?n suele observarse un goce masoquista autoer?tico, el Yo se humilla a s? mismo golpe?ndose o profiri?ndose insultos. La verg?enza surge cuando fracasa el deseo de que alguien hostil e idealizado desaparezca de la percepci?n. Dolor por que el Yo no coincide con el ideal y sentimiento de fracaso para que otro yo desaparezca de la vista, componen la constelaci?n de la verg?enza. Ante el fracaso, el que desaparece de la vista es el propio Yo. Se trata de un deseo exhibicionista frustrado. Este tipo de verg?enza se da en un contexto interindividual, y luego, junto con el asco se desarrolla intraps?quicamente en la latencia como diques contra la sexualidad. Parece tener su origen en la adqusici?n de la posici?n erecta.

Humillaci?n y verguenza son afectos correspondientes a la fase anal primaria. La primera se vincula con el polo motriz y el par sadismo- masoquismo; la segunda con el polo perceptual y el binomio exhibicionismo- escoptofilia.

La somnolencia es otro afecto atemperado de este momento evolutivo. Contiene un cierto grado de tristeza, no inundante, porque la necesidad de dormir impone retirar libido de la sensorialidad, finalidad que se posibilita por la compa??a de un objeto transicional.

Como estamos ante un aparato ps?quico elemental el resultado de los recursos defensivos suele ser ineficaz. Ha de esperarse la constituci?n de otros criterios l?gicos de enlace de las representaciones -analog?a, causalidad intraps?quica- , que se dan en el Yo-real definitivo para que los desarrollos de afecto displacientes se mantengan solo como amenazas, pero sin desarrollarse.

-Afecto y el Yo real definitivo.

Hasta aqu? hemos dicho que el Yo real primitivo es el agente de las descargas internas y el Yo placer el encargado de registrar las variaciones placer-displacer. Con el Yo real definitivo el recuerdo de las vivencias no necesita ser repetido, y la memoria va cobrando mayor autonom?a respecto de la percepci?n. Este momento de constituci?n del aparato coincide con la etapa anal s?dica, y con ella afectos placenteros activos ligados al dominio, o pasivos ligados a la excreci?n. Derivados como la pulsi?n de ver -transformaci?n del deseo de aferrar- y la pulsi?n de saber, compuesto por el deseo de aferrar y de ver. Este deseo que origina las teor?as sexuales infantiles, deviene del esfuerzo de obtener un concepto del ideal. En la relaci?n con ?ste surge un desarrollo de afecto, la gratitud, en relaci?n al objeto obtenido el Yo mantiene un v?nculo posesivo que genera el goce. Cuando a la pulsi?n de saber de le adosa la cr?tica a la palabra de aquel que otorga el don, surge la desconfianza. La cr?tica surge porque el Yo supone un deseo retentivo en el ideal, suposici?n que se da cuando las palabras esperadas no coinciden con las propias vivencias som?ticas. Opuesto a la desconfianza es la convicci?n ante la palabra, que es un desarrollo de afecto en el Yo por el enlace entre las percepciones y la actividad mental. Agreguemos dos satisfacciones autoer?ticas, el placer sadomasoquista de dominarse en la motricidad voluntaria, y el placer de ensuciarse con la autestimulaci?n anal.

En la etapa anal s?dica, el ni?o supone que su hostilidad puede generar c?lera de los padres y como consecuencia teme perder el amor de ?stos. El temor a la p?rdida del amor inhibe conductas agresivas del ni?o, y el afecto queda como una se?al.

En los celos, debemos diferenciar los ed?picos de aquellos que emergen del complejo fraterno. En los celos ed?picos distinguimos cinco desarrollos de afecto: dolor por la p?rdida de un objeto, humillaci?n ante el fracaso de los argumentos para conseguir el amor de ese objeto mediante un auxiliar, culpa ante la cr?tica del aspecto autoobservador del Super Yo y el deseo de encontrarse en el lugar del modelo, sentimiento de inferioridad por la comparaci?n del Yo con el ideal y deseo hostil hacia el rival ganador. Los celos del complejo fraterno aparecen cuando surge el lugar del rival en la fase anal secundaria- donde se constituye el complejo del pr?jimo, las inscripciones por analog?a y causalidad y el comienzo de la palabra hablada-. A?n la investidura libidinal del objeto es escasa y el dolor por la p?rdida del objeto es dolor por perder la posesi?n de un don, los otros desarrollos de afecto son similares.

En la fase f?lica surge la envidia que tiene el siguiente entramado: el deseo de tener algo, un don que sobreinviste el objeto del deseo y cuya ausencia en el Yo le produce a ?ste dolor ps?quico,una diferencia entre lo que posee el Yo y el objeto. Estos constituyentes generan humillaci?n, autodesvalorizaci?n, autorreproches y hostilidad hacia el ideal que distribuy? los bienes. La hostilidad, ante la impotencia de transformar la situaci?n se transforma en furia. En el resentimiento predomina el sentimiento de haber sido v?ctima de una injusticia, no se extingue con el pasaje del tiempo y el Yo guarda ?nimos vengativos que son racionalizados como actos de justicia (pero por mano propia).

Los desarrollos de afecto que estamos describiendo, a pesar de ser displacientes, no pueden a?n ser inhibidos por el Yo. La diferencia b?sica entre envidia y celos consiste en que en la primera, hay un deseo agresivo hacia el ideal vivido como injusto y del cual el Yo queda decepcionado; en los celos ?ste deseo no aparece. Se ha sustitu?do a la madre injusta

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Teoria Filos?fica Sobre La Constituci?n Politica De Colombia

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con las variaciones internas de placer-displacer. Esta ligadura de las zonas er?genas se rige por el criterio de la simultaneidad y lleva a una mayor complejidad del tema. Al articularse entre s? las zonas er?genas y las fuentes pulsionales cada cual con su ritmo propio, se producen combinaciones m?ltiples -un tiempo fuerte para un erotismo puede ser d?bil para otro y ambos complementarse.- Las cosquillas son un ejemplo de la reuni?n en una zona er?gena de un est?mulo sensorial r?tmico y un afecto incoercible. Son dos cualidades originadas en fuentes diferentes, una exterior y otra en el cuerpo. Un momento anterior a la descarga placentera (goce), se da una investidura del objeto, posicionado por el yo como un ideal, un enamoramiento, que incrementa la a?oranza del objeto que se desea. Este estado es resultado de una proyecci?n y la libido se reencuentra con el yo mediatizado por un objeto.

En el reino del Yo placer la descarga es m?s intensa. No existe a?n la inhibici?n que luego impone el yo real definitivo, representante de la realidad. El yo no puede inhibir el pasaje del enojo a la c?lera o de la impaciencia a la deseperaci?n, afectos que veremos m?s adelante, y la tarea de inhibici?n la realiza solamente el asistente. En estos momentos del desarrollo ps?quico, se gestan los juicios de atribuci?n, y el yo incorpora lo placentero o ?til y lo desatribu?do como tal es escupido.

Cuando fracasa la desatribuci?n del gusto-disgusto, se reactiva el primitivo mecanismo de expulsi?n o fuga por medio de la arcada, inicio de otro afecto, el asco. Pero ?ste si puede inhibirse mediante la expulsi?n de la boca. En una etapa evolutiva posterior -genital- con el dominio de la palabra, el asco es usado com expresi?n de displacer est?tico.

El asco junto con la verguenza ser?n luego uno de los diques de la sexualidad. Con la aparici?n de ?ste Yo placer, los afectos son desbordantes como resultado de la unificaci?n de las zonas er?genas. La palabra aunque inscrita, a?n no puede ser dicha y ?sta falta de posibilidad determina los estallidos.

Inicialmente el Yo placer en el que ocurren los estados de pasi?n, no es sentido como propio y es proyectado, est? fuera de s?. Lo que le pasa al Yo placer, es vivido como consecuencia del afecto que desarrolla otro Yo, en posici?n de ideal, y que es tomado por el Yo placer mediante la identificaci?n.

C?lera, -tambi?n llamada furia, ira-, desesperaci?n, goce, son los afectos dominantes que surgen en ?ste momento. Tambi?n la consumaci?n sexual, el “?xtasis”, suele decirse como que se est? “fuera de s?”, o momentos de goce o de orgullo como que “no cabemos dentro de nosotros”. El enojo es una forma atenuada de c?lera, mezcla de afecto y deseo hostil; en un paso m?s hipertr?fico, el yo es dominado por el afecto y se desarrolla la furia, cuando se coarta el deseo hostil. Cuando lo anhelado no coincide con la percepci?n surge la desesperaci?n como afecto, – mezcla de angustia y dolor ps?quico-. El anhelo es un componente fundamental y estructurante, el dolor surge por la p?rdida de energ?a libidinal por el lugar de la herida que certifica la ausencia de lo anhelado.

La impaciencia es una forma menor de la desesperaci?n, y surge cuando frente a lafrustraci?nde un deseo devorador se desarrolla el afecto. Mientras que en la desesperaci?n hay un trauma que al producir una herida narcisista, da lugar a la p?rdida de libido; en la impaciencia hay una investidura -un deseo- acompa?ada de un afecto displaciente. Ante la escisi?n entre el dolor y la angustia -propio de la desesperaci?n- queda solamente la angustia cuando el objeto se aleja. La hostilidad es dirigida hacia otro en posici?n de indefensi?n con lo cual el trauma sufre la transformaci?n pasivo-activo. El cambio evita la p?rdida libidinal porque el deseo hostil es satisfecho de manera motriz. El fracaso de ?sta defensa genera c?lera y humillaci?n, afecto correlativo a la p?rdida del control de las heces que causan el goce anal. La humillaci?n est? constituida por: dolor ps?quico porque el Yo no coincide con el ideal -omnipotente en su control cin?tico-, al que se le adosa un acceso de furia por el fracaso de actuar exitosamente el deseo hostil. Si la defensa es exitosa surge el j?bilo que desborda el Yo. La humillaci?n combinada con un estado depresivo, m?s la nostalgia de aquel que derrot? al yo genera furia por sentir nostalgia, y todo este conjunto complejo se expresa como tedio. Previo a la humillaci?n suele observarse un goce masoquista autoer?tico, el Yo se humilla a s? mismo golpe?ndose o profiri?ndose insultos. La verg?enza surge cuando fracasa el deseo de que alguien hostil e idealizado desaparezca de la percepci?n. Dolor por que el Yo no coincide con el ideal y sentimiento de fracaso para que otro yo desaparezca de la vista, componen la constelaci?n de la verg?enza. Ante el fracaso, el que desaparece de la vista es el propio Yo. Se trata de un deseo exhibicionista frustrado. Este tipo de verg?enza se da en un contexto interindividual, y luego, junto con el asco se desarrolla intraps?quicamente en la latencia como diques contra la sexualidad. Parece tener su origen en la adqusici?n de la posici?n erecta.

Humillaci?n y verguenza son afectos correspondientes a la fase anal primaria. La primera se vincula con el polo motriz y el par sadismo- masoquismo; la segunda con el polo perceptual y el binomio exhibicionismo- escoptofilia.

La somnolencia es otro afecto atemperado de este momento evolutivo. Contiene un cierto grado de tristeza, no inundante, porque la necesidad de dormir impone retirar libido de la sensorialidad, finalidad que se posibilita por la compa??a de un objeto transicional.

Como estamos ante un aparato ps?quico elemental el resultado de los recursos defensivos suele ser ineficaz. Ha de esperarse la constituci?n de otros criterios l?gicos de enlace de las representaciones -analog?a, causalidad intraps?quica- , que se dan en el Yo-real definitivo para que los desarrollos de afecto displacientes se mantengan solo como amenazas, pero sin desarrollarse.

-Afecto y el Yo real definitivo.

Hasta aqu? hemos dicho que el Yo real primitivo es el agente de las descargas internas y el Yo placer el encargado de registrar las variaciones placer-displacer. Con el Yo real definitivo el recuerdo de las vivencias no necesita ser repetido, y la memoria va cobrando mayor autonom?a respecto de la percepci?n. Este momento de constituci?n del aparato coincide con la etapa anal s?dica, y con ella afectos placenteros activos ligados al dominio, o pasivos ligados a la excreci?n. Derivados como la pulsi?n de ver -transformaci?n del deseo de aferrar- y la pulsi?n de saber, compuesto por el deseo de aferrar y de ver. Este deseo que origina las teor?as sexuales infantiles, deviene del esfuerzo de obtener un concepto del ideal. En la relaci?n con ?ste surge un desarrollo de afecto, la gratitud, en relaci?n al objeto obtenido el Yo mantiene un v?nculo posesivo que genera el goce. Cuando a la pulsi?n de saber de le adosa la cr?tica a la palabra de aquel que otorga el don, surge la desconfianza. La cr?tica surge porque el Yo supone un deseo retentivo en el ideal, suposici?n que se da cuando las palabras esperadas no coinciden con las propias vivencias som?ticas. Opuesto a la desconfianza es la convicci?n ante la palabra, que es un desarrollo de afecto en el Yo por el enlace entre las percepciones y la actividad mental. Agreguemos dos satisfacciones autoer?ticas, el placer sadomasoquista de dominarse en la motricidad voluntaria, y el placer de ensuciarse con la autestimulaci?n anal.

En la etapa anal s?dica, el ni?o supone que su hostilidad puede generar c?lera de los padres y como consecuencia teme perder el amor de ?stos. El temor a la p?rdida del amor inhibe conductas agresivas del ni?o, y el afecto queda como una se?al.

En los celos, debemos diferenciar los ed?picos de aquellos que emergen del complejo fraterno. En los celos ed?picos distinguimos cinco desarrollos de afecto: dolor por la p?rdida de un objeto, humillaci?n ante el fracaso de los argumentos para conseguir el amor de ese objeto mediante un auxiliar, culpa ante la cr?tica del aspecto autoobservador del Super Yo y el deseo de encontrarse en el lugar del modelo, sentimiento de inferioridad por la comparaci?n del Yo con el ideal y deseo hostil hacia el rival ganador. Los celos del complejo fraterno aparecen cuando surge el lugar del rival en la fase anal secundaria- donde se constituye el complejo del pr?jimo, las inscripciones por analog?a y causalidad y el comienzo de la palabra hablada-. A?n la investidura libidinal del objeto es escasa y el dolor por la p?rdida del objeto es dolor por perder la posesi?n de un don, los otros desarrollos de afecto son similares.

En la fase f?lica surge la envidia que tiene el siguiente entramado: el deseo de tener algo, un don que sobreinviste el objeto del deseo y cuya ausencia en el Yo le produce a ?ste dolor ps?quico,una diferencia entre lo que posee el Yo y el objeto. Estos constituyentes generan humillaci?n, autodesvalorizaci?n, autorreproches y hostilidad hacia el ideal que distribuy? los bienes. La hostilidad, ante la impotencia de transformar la situaci?n se transforma en furia. En el resentimiento predomina el sentimiento de haber sido v?ctima de una injusticia, no se extingue con el pasaje del tiempo y el Yo guarda ?nimos vengativos que son racionalizados como actos de justicia (pero por mano propia).

Los desarrollos de afecto que estamos describiendo, a pesar de ser displacientes, no pueden a?n ser inhibidos por el Yo. La diferencia b?sica entre envidia y celos consiste en que en la primera, hay un deseo agresivo hacia el ideal vivido como injusto y del cual el Yo queda decepcionado; en los celos ?ste deseo no aparece. Se ha sustitu?do a la madre injusta

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